Quien hoy vaya a La Chata Campestre podrá disfrutar de los platos tradicionales ubatenses y de los nuevos platos especiales con la mejor atención. Luego de comer delicioso, podrá pasar un rato de esparcimiento en el minitejo, jugando rana o un partido de bolleyball, mientras tanto, los niños se divertirán en la piscina de pelotas, el saltarín o el inflable. Esto a tan a 5 minutos de Ubaté, diagonal a la pista de supercross.
Esto es posible gracias a que hace más de 80 años, Dolores Ortíz, (Doña Lola) decidió viajar a los municipios aledaños con tan sólo un fogón hecho de tres piedras en el suelo para deleitar a su clientela con los más exquisitos platos típicos. Allí inició esta tradición familiar que ya tiene tres generaciones manteniéndola.
Luego de años de duro trabajo y de ahorrar cada centavo, ‘Doña Lola’ logró conseguir un terreno propio donde creó el restaurante que lleva su nombre. Este lleva más de 50 años y hoy es atendido por su hija Cecilia.
La caseta no 14, donde se podía encontrar a las otras dos hijas, la llamaron La Chata. ”Las casetas se crearon con ocasión a la visita del Papa Juan Pablo II al municipio de Chiquinquirá en 1986”, cuenta Cecilia Sabogal. Desde entonces Ubaté se convirtió en lugar de paso de turistas quienes se detenían a comer cada plato típico de la región, en especial, la gallina.
Felipa “Chata” y Elvira iniciaron con la tradición de La Chata en las casetas, y en pocos años, sus recetas convirtieron en un ícono de la región, atrayendo muchos turistas que venían exclusivamente a su restaurante. Apoyando así la economía del pueblo, pues quien visitaba las ‘casetas turísticas’ se tomaba su tiempo para organizar un recorrido por las demás zonas comerciales de Ubaté.
La Chata Campestre
Aunque conservan el nombre de La Chata, la versión campestre surge como iniciativa de la tercera generación. Fabián Alfonso, Pilar Mora, Pedro ‘Pepe’ Mora, Oscar Salgado y Ángela Pérez, han cuidado cada detalle para que La Chata Campestre conserve las recetas originales y a la vez innovan con nuevos platos y servicios, brindando a sus clientes una experiencia inigualable.
“Este sueño nació en medio de una celebración familiar en donde hoy es La Chata Campestre. Las ganas de emprender superaron los miedos”, cuenta Fabián. El restaurante se inauguró el domingo 16 de noviembre del 2014 y desde esa fecha “no han dejado de mejorar e innovar en todo sentido”, un ejemplo de ello es la forma en que celebran las fechas especiales, en las cuales siempre sorprenden con actividades diferentes.
“Lo que más me gusta del restaurante es ver a las personas compartir en familia luego de haber terminado su desayuno o almuerzo. Ver a los nietos jugando con los abuelos, a familias riendo juntas o simplemente recostados en el pasto tomando el sol”, concluye Pilar Mora.
La Chata Campestre es un lugar obligado para todos aquellos que quieren vivir una experiencia diferente, disfrutar del paisaje, jugar en familia y volver a ser niños.
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