Javier Acosta, un joven conocido por su valentía y espíritu luchador, tomó la decisión de someterse a la eutanasia para poner fin a su sufrimiento tras años de combatir una devastadora infección que contrajo en circunstancias inesperadas.
Todo comenzó durante un paseo familiar a Melgar, en el municipio de Tolima, cuando Javier, amante del fútbol y de una vida activa, se lanzó a una piscina. Lo que se suponía sería un momento de disfrute familiar se transformó en una pesadilla. Poco después de ese día, una roncha apareció en su glúteo izquierdo, que se convertiría en el inicio de un calvario de dolor y desgaste físico.
A pesar de numerosos tratamientos y procedimientos médicos, la infección, identificada como osteomielitis, se extendió rápidamente, afectando no solo la piel y los tejidos sino también el hueso. Javier, quien ya enfrentaba las secuelas de un accidente de tránsito que lo dejó en una silla de ruedas años atrás, se encontró batallando una vez más con su salud.
Desde sus perfiles en redes sociales, Javier documentó cada etapa de su lucha, compartiendo tanto sus esperanzas como sus desilusiones. «Me tuvieron que raspar el glúteo izquierdo y me pusieron un injerto», explicó en una de sus transmisiones en vivo. Aunque inicialmente parecía que el injerto había sido exitoso, la infección pronto se trasladó a su glúteo derecho, llevando a una nueva serie de intervenciones médicas.
Hace un mes, su situación empeoró drásticamente cuando una recaída lo dejó postrado en cama, con fiebre constante y dolor generalizado. Al principio, Javier pensó que podría estar lidiando con una infección urinaria, pero los exámenes revelaron una realidad aún más cruel: un diagnóstico de cáncer en la sangre. Este nuevo golpe selló el curso de su deterioro, dejándolo sin más opciones de tratamiento efectivo.
Consciente del avance imparable de su enfermedad, Javier decidió tomar el control de su destino. Optó por la eutanasia, una elección que comunicó a sus amigos y seres queridos a través de un emotivo mensaje en vivo. En sus palabras finales, agradeció el apoyo y el amor de todos los que lo acompañaron durante su difícil travesía y se despidió con la esperanza de encontrarse nuevamente en el cielo.
La decisión de Javier Acosta resuena como un testimonio de su valentía y su deseo de evitar más sufrimiento, dejando una huella profunda en todos aquellos que siguieron su historia y su lucha incansable contra la adversidad.