Carta de don Lorenzo Calderón Benavides
Hace unos días iba subiendo en bicicleta de Ubaté hacia Carmen de Carupa y me di cuenta que ya estoy bastante avanzado en edad.
Esto porque un grupo de amigos que venía bajando me preguntaron que por qué subía tan lento. De inmediato me di cuenta que ya no soy aquel de hace 52 años, cuando tenía 18, que empezaba a practicar el ciclismo y que en 1974 fuera Campeón Nacional de Ruta en el Primer Campeonato Nacional de Turismos Campesinos.
La pregunta, en vez de afectarme, me motivó más a continuar practicando este hermoso deporte, no con el ánimo de subir mi nivel de rendimiento, sino de mantenerlo un poco y tal vez no permitir que baje tan rápido y así poder continuar formando nuevos prospectos aportando mis conocimientos y vivencias a niños, niñas y jóvenes amantes de esta disciplina y que de pronto ven en mi un ejemplo a seguir. Y eso es lo que más fuerza me da para seguir adelante.
Para quienes me admiran (que me dan ánimo de seguir adelante) y para los que no (que me dan las fuerzas, el coraje y el compromiso de luchar contra los diferentes obstáculos y adversidades que se presentan a lo largo del camino, que además son muchos) que ya no debo aspirar a conseguir triunfos en competencias a nivel personal, pero si con mis pupilos que desde hace mucho tiempo han venido cosechando frutos y que si Dios quiere lo seguirán haciendo. Esos triunfos serán mucho más satisfactorios que los mismos míos.
Infinitas gracias doy al Señor por permitirme a mis 70 años practicar mi deporte favorito y poderlo seguir haciendo, a pesar de todo.
Recuerdo cuando en 1993 tuviera un accidente que me dejó al borde de la muerte, al ser arrollado por un vehículo en la vía que de Fúquene conduce a Capellanía fracturándome dos costillas y la mano izquierda, el omoplato fisurado y además de dislocarme el hombro y el codo. Fue tan delicado que una de las cotillas rotas me perforó un pulmón, lo cual, gracias a la oportuna atención, me fue solucionado rápidamente y luego el ortopedista me dijo que la mano me la tenían que amputar. Sin embargo, tome las cosas con calma y pues le pedí a Dios valor y que fuera lo que él quisiera.
Al día siguiente un compadre fue a verme y a ofrecerme su apoyo y me dijo que yo ya debía abandonar este deporte. Me hizo llorar. Sentí que se me acababa la vida, que ya no tendría aliciente para seguir viviendo.
Hace siete años me realizaron reemplazo total de cadera izquierda y a los cinco meses de la derecha, en ese momento el médico me dijo que no podía volver a practicar el ciclismo y que ya mis movimientos de las extremidades inferiores quedaban limitados de por vida, a estas alturas de mi vida ya soy más consciente y me dije: pues si no es posible, lo acepto. Pero lo intenté y traté de hacerlo sin afectarme. Al mes ya lo estaba logrando y actualmente lo practico con frecuencia y además todavía supero a muchos, aunque muchos más me superen. Lo más importante es que me lo disfruto cada día como cuando estaba iniciando.
Invito a todos para que luchen por sus sueños. No solo en la parte deportiva, sino en cualquiera que sea su proyecto de vida, la constancia, compromiso y fuerza de voluntad te ayudarán a llevar muy lejos en busca de tu objetivo que junto con la mano de Dios lo lograrás.
Por: Lorenzo Calderón Benavides.