El agua de Ubaté, un recurso escaso y en vía de extinción

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Río Ubaté.

Hace aproximadamente doce mil años llegaron los primeros habitantes al altiplano Cundiboyacense y por consiguiente al Valle de Ubaté, pero tan solo en los últimos 50 años, ante la mirada impasible de los ubatenses, hemos acabado con la gran mayoría de fuentes hídricas y bosques nativos de la región; la laguna de Fúquene, la laguna de Cucunubá y el páramo de Guerrero son solo algunos ejemplos que evidencian la grave destrucción ambiental que vive nuestro municipio.

El municipio de Ubaté es una de las zonas ambientalmente más degradadas del país. Por ejemplo, el páramo de Guerrero, donde nace el Río Ubaté, se lleva el vergonzoso reconocimiento de ser el páramo más transformado y deforestado del país.

Según el Atlas de Páramos de Colombia, desde los años 70, el Páramo de Guerrero ha presentando una transformación de su ecosistema natural pasando de un área de 39.240 hectáreas en los años 60 a 11.557 hectáreas en el presente.

El Páramo de Guerrero es nuestra propia fábrica de agua, abastece a todos los municipios de la provincia de Ubaté, la sabana de Bogotá y el occidente de Boyacá.

Los páramos en Colombia son las fábricas de agua por excelencia y tienen la difícil tarea de transformar la humedad del ambiente en gotas de agua que alimentan los ríos, quebradas y arroyos que son el sustento de millones de personas. El Páramo de Guerrero es nuestra propia fábrica de agua, abastece a todos los municipios de la provincia de Ubaté, la sabana de Bogotá y el occidente de Boyacá.

El río Ubaté tiene su origen en este importante lugar y empieza a formarse con las quebradas El Aliso y El Mortiño, que forman el río La Playa; además el río El Hato que se desprende de las quebradas El Chuscal y El Retiro. El río Ubaté se forma cuando se conectan en el sector conocido como “Las Juntas”. Es todo un sistema complejo de drenajes que brinda agua a más 50.000 personas y mantiene actividades domésticas, agrícolas, pecuarias y mineras.

La sobreexplotación ganadera del municipio ha convertido el paisaje en pastizales que no cuentan con ningún tipo de manejo. Según estudios de la revista The Ecologist los pastos son un cultivo que si se abandonan, tiene consecuencias nocivas en términos ambientales como el aumento de la erosión, el daño de los suelos, pérdida de los saberes tradicionales y desabastecimiento alimentario. No solo la deforestación disminuye la cantidad de agua para el municipio, sino que el abandono del campo convierte a Ubaté en un “Desierto Verde”. Esto afecta en gran medida la disponibilidad de agua para el consumo humano.

No solo la deforestación disminuye la cantidad de agua para el municipio, sino que el abandono del campo convierte a Ubaté en un “Desierto Verde”.

Así, el panorama se va volviendo aún más desolador cuando se analiza el sistema de alcantarillado y la disposición de las aguas residuales del municipio. Este grave problema no se ha solucionado, aún existiendo un mega proyecto de PTAR que se ha dilatado en el tiempo dejando muchas incertidumbres. Ubaté hoy no cuenta con un sistema de tratamiento de agua residuales y su disposición final se vierte en el río que desemboca en la laguna de Fúquene y estas aguas siguen descendiendo hacia Boyacá y Santander, por lo cual estamos afectando directamente a miles de personas.

El vertimiento de aguas residuales junto con la ganadería extensiva ha producido un grave proceso de sedimentación y contaminación en la Laguna de Fúquene. A simple vista, se puede apreciar el deterioro del ecosistema natural, según estudios de la Universidad de Manizales el espejo de agua de la Laguna ha disminuido un 95% pasando de tener 10,265 hectáreas en el año de 1933 a tener 471 hectáreas en 2015.

A todo este escenario, hay que sumarle los informes del IDEAM que proyectan los impactos del cambio climático a nivel nacional. Allí se demuestra que todos los municipios de nuestra provincia son altamente vulnerables. Esto no son solo se encuentra en los informes, sino que ya hemos experimentado y sobrevivido a inundaciones, sequías, fuertes heladas y desabastecimiento de agua.

El espejo de agua de la Laguna ha disminuido un 95% pasando de tener 10,265 hectáreas en el año de 1933 a tener 471 hectáreas en 2015.

El tema del agua en nuestro municipio es bastante complejo, va más allá de la utilización de dragas en la Laguna y contratar maquinaria amarilla para canalizar. Es necesario entender que para abastecernos hidricamente, dependemos de la adecuada protección del Páramo, de las acciones conjuntas con otros municipios y las respectivas autoridades ambientales. Asimismo, la transformación histórica de los ecosistemas, el abandono del campo y la mala gestión del agua son una suma peligrosa.

Los problemas ambientales que estamos viviendo han sido causados por el ser humano y de nosotros deben provenir las soluciones. En nuestra provincia no se han involucrado estos temas en la agenda pública, tal vez, porque no genera ningún reconocimiento político, no existe la voluntad política o simplemente no se han informado de la alarmante situación. Nunca se ha llevado a cabo una política pública de medio ambiente, no se han destinado dineros públicos para la protección de nuestras fuentes hídricas y no existen programas de monitoreo serios para los pocos proyectos que se han ejecutado. Esta situación requiere del trabajo conjunto con otros municipios, de la ejecución de políticas públicas serias y especialmente del interés de nosotros, los habitantes de la provincia, en saber de dónde viene y para dónde va el agua que utilizamos.

En nuestra provincia no se han involucrado estos temas en la agenda pública, tal vez, porque no genera ningún reconocimiento político, no existe la voluntad política o simplemente no se han informado de la alarmante situación.

Luego de doce mil años de vida humana en nuestro territorio ¿seremos nosotros la generación que vio agotar el agua?

Por Luisa Ramírez (politóloga), con colaboración de Elías Helo (ecólogo) y Santiago Helo (antropólogo).