En un predio ubicado en el páramo de Rabanal, vereda Gachaneca del municipio de Lenguazaque, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) adelantó un operativo de alto impacto para frenar una actividad de explotación subterránea de carbón mineral que se desarrollaba de manera mecanizada y en flagrante violación a la normatividad ambiental.
Al ingresar al predio, las autoridades hallaron maquinaria como un malacate, un ventilador y un compresor que, pese a estar apagados, presentaban altas temperaturas, evidenciando su uso momentos antes del operativo.
Durante la inspección también se documentó la presencia de residuos peligrosos (RESPEL) almacenados de forma irregular en dos tambores metálicos de 55 galones que contenían aceite usado. Estos recipientes estaban dispuestos directamente sobre el suelo y a la intemperie, generando un derrame que se extendía por gravedad sobre la superficie y que, al contacto con la lluvia, ocasiona cambios en las propiedades físicas del terreno.
“Es importante dejar en claro que dentro de las zonas de páramo cualquier actividad está prohibida, de acuerdo con la normatividad vigente”, afirmó el director de la CAR, Alfred Ignacio Ballesteros. Detalló que en el sitio se encontraron dos tolvas de 20 y 40 toneladas para acopio de material, dos patios de madera, un campamento, un tanque de aire comprimido y evidencia de corte y adecuación reciente de madera para sostenimiento subterráneo.
Los daños ocasionados por la explotación en esta zona protegida también afectan la flora del páramo, pues se evidenció remoción de cobertura vegetal en un área cercana a 0,18 hectáreas. Este ecosistema estratégico alberga especies endémicas adaptadas a condiciones extremas como bajas temperaturas, alta radiación y limitada disponibilidad de oxígeno.
“El aceite usado vertido al suelo se infiltra primero por las capas superficiales y luego puede llegar a niveles más profundos, incluso afectar el agua subterránea. Su gestión inadecuada afecta considerablemente los recursos hídricos y del suelo”, explicó Ballesteros.
El paisaje igualmente sufrió alteraciones por el material extraído y los residuos del proceso minero, que dejaron tonalidades oscuras y opacas en contraste con los verdes y terrosos propios del entorno natural.
Ante la flagrancia y la prohibición absoluta de actividades extractivas en zonas de páramo, la CAR impuso una medida preventiva y suspendió de inmediato la operación ilegal. Entre tanto, las autoridades formalizaron la captura de tres personas, quienes fueron trasladadas al municipio de Ubaté para ser presentadas ante la Fiscalía General de la Nación.
El procedimiento fue liderado por técnicos de la Unidad Integrada de Gobernabilidad Ambiental (UIGA) de la CAR, con apoyo del Grupo de Caballería Mediano No. 13 Tequendama del Ejército Nacional y de la Dirección de Carabineros y Protección Ambiental de la Policía.

