Ramón David Acanio Botello es sacerdote desde hace 13 años. Nació en Piedecuesta, Santander, aunque sus raíces son de Ábrego y Lourdes, municipios de Norte de Santander.
Inició su camino eclesiástico en la Arquidiócesis de Bucaramanga. Estudió tres años de filosofía, dos de teología e hizo un año de pastoral rural. Llegó a la Diócesis de Zipaquirá donde adelantó otros dos años de teología y otro año de pastoral. En total fueron 21 semestres para ordenarse como sacerdote en Zipaquirá en junio de 2010.
El Padre Ramón asumió la Parroquia de La Anunciación en Ubaté, Cundinamarca, el 19 de febrero 2017. Llegó a una iglesia en construcción y asumió el reto de continuar con las adecuaciones. Su particular forma de celebrar la eucaristía hizo que de a poco los feligreses fueran llegando a tal punto que se viera en la necesidad de realizar los encuentros religiosos en el coliseo aledaño al templo.
Tras seis años cumplidos como párroco en Ubaté, deja la iglesia La Anunciación para asumir un nuevo reto en Zipaquirá. Hablamos con él para conocer su experiencia, los momentos más difíciles, lo que le faltó por hacer y cómo entrega la parroquia.
Cuéntenos, ¿quién es el padre Ramón y si recuerda los primeros días en Ubaté como sacerdote?
Soy un santanderiano cuarentón, pero de corazón ubatense, ya que el cariño, amor y la incondicionalidad de este pueblo me ha hecho enamorar de él. A veces se sorprenden por mi forma de ser y el tono de voz y las expresiones de utilizo, pero esto es lo que me caracteriza y me ha permitido tener una cercanía con la comunidad. En esta parroquia acabé de cumplir seis años. Cómo olvidar la primera semana viviendo en la casa asignada donde tuve una serie de anécdotas.
En todo este tiempo ¿cuántos matrimonio, primeras comuniones, bautizos y demás realizo?
Desde el 2017 hasta la fecha se realizaron 2.202 bautismos, 223 matrimonios, 1.141 confirmaciones y 363 exequias.
¿Cuál fue su mayor logro frente de la Parroquia La Anunciación?
El mayor logro fue el crecimiento espiritual en todos los ambientes de la parroquia, poder demostrar que sin alcohol se pude llegar a grandes metas en los ‘Templotones’ gracias al trabajo de equipo de mis agentes de pastoral. Motivar a muchos a comprar su casita con matrimonio a bordo, pero sobre todo mostrar el rostro de Jesús que nos ama y nos motiva ser felices.
¿Cree que le que le faltó algo por hacer?
A nivel pastoral creo que me faltó un poco más de cercanía al equipo de trabajo que estuvo durante estos años, ya que gracias a ellos se alcanzaron grandes metas, dedicarle más tiempo a la confesión, a la dirección espiritual. A nivel material faltó la elaboración de las bancas, embellecimiento del atrio, hacer más salones parroquiales.
Háblenos de si tuvo momentos difíciles en todo este tiempo.
El momento más difícil fue la pandemia; sin embargo, fue una oportunidad para conocer, compartir y vivir a fondo una mayor cercanía con las personas, especialmente en el hospital, en las casas que llamaban a buscar un servicio de ayuda espiritual, entregando ayudas puerta a puerta y el acompañamiento para las despedidas de un ser querido. La muerte de los hermanos sacerdotes, siendo pastores, donando sus vidas al servicio de los necesitados.

Usted es una persona muy querida y cercana a muchas personas. ¿A qué atribuye esa cercanía y cariño que le manifiesta la comunidad?
Creería que en mi forma de ser, en la cercanía y en la acogida que le doy a las personas, pero, sobre todo, en la forma de comunicar el mensaje de Dios en las homilías. En pocas palabras, a ser un curita feliz.
¿Cuáles problemáticas identificó al interior de la comunidad y cómo las enfrentó en su ejercicio como sacerdote?
Indudablemente el alcoholismo, las adicciones de cualquier índole, violencia intrafamiliar, son el gran enemigo de que muchas familias no prosperen en Ubaté. En mi ministerio sacerdotal tuve la oportunidad de iluminar estas realidades en la confesión, dirección espiritual, en la preparación de los sacramentos y en todos los aspectos de la vida parroquial.
Ya tiene fecha de salida, ¿para dónde se va?
Sí, el día 28 de febrero hago la entrega al párroco que llega. Mi nueva parroquia será en el municipio de Zipaquirá, en Nuestra Señora del Carmen del barrio San Juanito. Mi posesión como párroco será el día domingo 5 de marzo a las 2:00 de la tarde. Espero contar con su presencia.
¿Cuál es su mensaje a todos esos fieles que lo acompañaron hasta el final?
En mi corazón solo tengo palabras de gratitud y aprecio a todas las personas que hicieron parte de esta gran familia de la parroquia Nuestra Señora de la Anunciación. Gracias por creer, apoyar y participar en cada una de las actividades propuestas; pido perdón si alguna vez fallé como sacerdote, pastor y amigo. Seguir a Cristo vale la pena, nos ayuda a ver la vida con ojos de felicidad, pues nuestra meta es ser santos, pero santos felices.
Jorge Suárez Celis
REDACCIÓN LA VILLA