A sus 31 años de edad, Brian Moscoso ha hecho de todo. Nació en Bogotá, ciudad donde creció y estudió culinaria, trabajó en lo que pudo y muy joven se aventuró a viajar a Londres, capital inglesa donde siguió aprendiendo.
Su talento en la cocina le abrió puertas y su terquedad, como él dice, le dio el ímpetu para soportar las “duras y las maduras”. Con el paso del tiempo se fue adaptando, conoció gente y se estableció. Su hoy esposa llegó a acompañarlo y parecía que Inglaterra era el país donde pasarían un buen tiempo. “Llegué con casi nada de dinero, no conocía a nadie y mi inglés era mínimo, en realidad fue muy duro”, contó Brian.
En enero de 2020 regresaron a Colombia de vacaciones, y por cuestión del destino, la pandemia no los dejó volver. Pasaron los meses y, junto a su familia, Brian decidió darse una oportunidad en su país. Buscaban un lugar alejado del ruido de la ciudad y tranquilo donde poder trabajar.

El campo
Entre conocidos y razones, terminaron en una finca en la vereda La Patera en Ubaté. Emprendieron con cabezas de ganado y la cosa pintaba bien. Sin embargo, al cabo de un tiempo no funcionó. “Fueron varios meses de muy buenas ganancias, pero los gastos y problemas se fueron incrementando hasta el punto que decidimos dejar ahí”.
Desilusionados, pensaron en todo hasta en la opción de regresar a Inglaterra. En medio de la incertidumbre, un amigo de La Patera le tendió la mano y le habló de cambiar de hogar, vereda y actividad, fue así como llegó a Agua Colorada. “Yo había visto la casa donde hoy estamos y me gustó mucho, y luego resultó que era ahí donde íbamos a vivir”, recordó
Sin saber qué hacer, cómo aprovechar la tierra, se le ocurrió empezar con algunas gallinas ponedoras. Sus primeras cubetas las ofreció en el pueblo. “Fui de tienda en tienda con mis huevos. A algunos le daba desconfianza, y otros me compraban por debajo de producción”, relató.
Como pudo, Brian se dio a conocer, el voz a voz hizo su trabajo, y hoy tiene una producción de más de 2.000 huevos diarios que vende en diferentes puntos de la región y Bogotá.
Lombricultura
En uno de sus cotidianos días, profesionales de la Empresa de Servicios Públicos de Ubaté (Emservilla), llegaron a la vereda Agua Colorada, en una jornada de la estrategia Conciencia Verde, tocaron su puerta y le contaron sobre el programa de lombricultura.

“Cuando llegaron aquí, nos explicaron cómo funcionaba y sus aportes a la tierra. La idea cuál era, simplemente tener una canastilla, nos dieron lombriz californiana para empezar y, con nuestros residuos orgánicos, todo lo que sale de la cocina, empezamos”, explicó.
De acuerdo con Emservilla, Conciencia Verde es una iniciativa que surge de la necesidad de aprovechar los residuos orgánicos en la zona rural, logrando que las comunidades se apropien de las alternativas de aprovechamiento para proveer un material renovable que tendrá la función de remplazar los agroquímicos por abono orgánico a partir de los residuos que se generan en cada una de las viviendas.
En la socialización Con la comunidad, Brian ofreció su casa para realizar el piloto de lombricompostaje. “Emservilla hace seguimiento, toman la temperatura, miden la acidez. Me ha gustado, y eso que apenas estoy empezando. Además, me alegra que los vecinos también estén participando”.

Motivado por aprender todo lo que el campo puede aportar, Brian, se interesó en el programa. “Nos ha ido bien, aunque con dudas porque hay muchas cosas que no sabía. Por ejemplo, que residuos ácidos cortantes como la cascara de piña, no iban, como tampoco la cebolla, entonces ese tipo de cosas uno las va aprendiendo”.
“Mi proyecto es gallinas ponedoras con el lema ‘volviendo a los orígenes’, entonces a mis huevos sin drogas, sin estrés, y ahora los complemento con la técnica de lombricultura”, concluyó Brian.
Según Emservilla, el programa ha generado impacto ambiental en nueve veredas de Ubaté y más de 200 personas se han sumado en las fases de socialización, operación y seguimiento.