Un simple ejercicio mental nos lleva a ver una realidad de localización del entorno urbano de la ciudad de Ubaté. Un desarrollo de cientos de años (400), que nace alrededor de una plaza principal con la Basílica del Santo Cristo, un parque que se estableció a pocas cuadras, y a dos o tres del Cerro de Santa Bárbara. La carretera que conecta el valle y el departamento, corre al oriente de la plaza o parque, cruza por lo que hoy llamamos “la variante” que lleva el tráfico pesado. Pero por el occidente el municipio creció con limitaciones hacia las vegas del rio Ubaté, que viene de Carmen de Carupa con una carretera a lado y llega hasta el Puente Nariño, entrando a la zona urbana.
Es claro que la “ruta de la gravilla” coincide con el eje escolar y familiar de la ciudad, al menos con uno de los más nutridos por el volumen de estudiantes, padres, profesores, rutas, ciclas, etc.
Este ejercicio de imaginar la localización es fácil, claro y esquemático para un ciudadano o un joven estudiante, y debe serlo aun más para un funcionario, gobernador, alcalde, concejal, asesor o encargado de planeación.
Ahora bien, el desarrollo urbano, las vías y la población, no admite ni tiene capacidad para asumir cada día más la carga pesada que de las gravilleras de Carupa llega y cruza peligrosamente la ciudad. Ante todo porque no existe vía perimetral en el sector y son las calles, con inmensas limitaciones -en capacidad y especificaciones- las que deben asumir la catástrofe y deterioro de la “carga pesada”. Como ejemplo está la calle 12, desastre en mantenimiento a pesar de varias inversiones caóticas del municipio y las empresas gravilleras.
Pero más grave aún, es no aceptar un riesgo de catástrofe anunciada y latente, algunas veces ya presentada dejando víctimas fatales en la vía. Si hacemos otro ejercicio mental podremos recorrer y determinar una vía escolar, eje vertebral del municipio y la ciudad. Iniciemos citando los colegios y escuelas: pasan por la de Bruselas, continúan por el Colegio San Francisco, la escuela Santa Teresa, el ICAM; después del puente río llegan a la gran zona escolar en donde se encuentran la Unidad Básica y la proximidad a La Presentación, girando hacia el norte el colegio Santa María y el instituto Bolívar, esto sin mencionar muchos y pequeños establecimientos o jardines infantiles que se encuentran hasta dos por cuadra. Es claro que la “ruta de la gravilla” coincide con el eje escolar y familiar de la ciudad, al menos con uno de los más nutridos por el volumen de estudiantes, padres, profesores, rutas, ciclas, etc.
¿Serán consientes las autoridades de este drama latente o bomba de tiempo?, ¿O consideran que los riesgos y daños disminuyen con el tiempo? Mientras tanto la carga crece, la cantidad de volquetas se duplica cada cierto tiempo, la explotación minera aumenta a gran ritmo. El tráfico pesado, la vibración, el ruido, los pitos, la contaminación por CO2 y gases, deterioran la calidad de vida en la vivienda y comercio de la zona que cruzan además de la exposición al peligro de impacto contra todo y el riesgo de vida poblacional. La restricción horaria se presentó como una solución parcial, pero no mitiga en nada el peligro y todo lo que se genera a diario con este caos desproporcionado.
¿Serán consientes las autoridades de este drama latente o bomba de tiempo?, ¿O consideran que los riesgos y daños disminuyen con el tiempo?
Pero si esa es la realidad, podremos concentrarnos también en la solución, que desde luego debe comprometer autoridades departamentales, municipales y candidatos con serios programas para las próximas elecciones, con compromisos y garantías que la población exigirá y diariamente verificará. La solución es clara, Ubaté NO aceptará más “carga pesada alguna” y el departamento, en coordinación con el Municipo, deberá comprometerse en desarrollar una carretera alterna (existente), que lleve de forma eficiente y segura las volquetas que bajando de las gravilleras de Carmen de Carupa, lleguen por ella a la vía nacional sector de Sutatausa, punto cercano a la pista de ciclismo BMX. De esta forma no se cruza ninguna zona urbana de Ubaté y se llega directo a la vía nacional, que permite tomar las rutas norte o sur necesarias.
Debemos comprometernos con la vida y la calidad de la misma, concentrados en proteger la infancia, la escolaridad, alejar el riesgo y mejorar la zona urbana, afectada cada día más ambientalmente por la restricción del agua, el deterioro del aire y la saturación de construcción, vehicular y poblacional. Tendremos que ser consientes y aceptar con determinación las fuentes de empleo y desarrollo de la región, como es la minería del carbón y la gravilla, la agricultura y ganadería, el comercio, la artesanía, la industria láctea y derivados, la construcción, la educación, los servicios, el turismo etc., dejando claro que el tema aquí tratado no va en contra o favor de sector alguno sino el clamor de un “ordenamiento”, departamental, municipal y urbano.
Por un habitante del barrio norte de Ubaté.
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