Raúl Rodríguez, de 59 años de edad, tiene problemas en uno de sus brazos y piernas que le impiden caminar con normalidad, además de una discapacidad cognitiva.
Durante muchos años trabajó vendiendo helados por las calles y a causa de la pandemia se quedó sin los pocos ingresos que ganaba en esta labor. Fue por ello que acudió al Banco de Alimentos de Ubaté para conseguir mercado y sobrevivir. Pero no solo recibió ayuda, también un empleo. ¿Cómo lo logró?
Andrés Moya, director de Acción Social de Ubaté, es el líder de esta iniciativa, que no solo ha ayudado a cientos de personas y familias, sino que, al tiempo, ha puesto el nombre del municipio a nivel nacional gracias a proyectos como el trueque de alimentos, que lo llevó a ser reconocido como uno de los mejores funcionarios públicos en Colombia.
Recientemente, ello permitió que la Alcaldía de Ubaté fuera premiada por esta experiencia en el Premio Nacional de Alta Gerencia 2020, galardón que recibió el alcalde Jaime Torres de manos del presidente, Iván Duque. Sin embargo, ¿cuál ha sido el éxito?
“Esta idea nace de la propuesta que se tiene de La Nueva Ubaté, que está contemplada en nuestro Plan de Desarrollo. Con la implementación del Banco de Alimentos venimos trabajando con un tema que tiene que ver con la pérdida y el desperdicio de alimentos; basado en ello, generamos toda una serie de estrategias buscando el aprovechamiento de lo que antes iba para la basura”, explica Moya.
La huerta
Unos de los componentes que se puede encontrar es la utilización de espacios inutilizados y el aprovechamiento de material reciclable como son las botellas PET. Es así que, en donde antes era una zona para dejar arrumes de tejas, palos y demás, hoy hay una huerta.
Además, por el espacio reducido, se ideó la forma de aprovechar las paredes para colgar cortinas de botellas en las que se siembran vegetales y plantas aromáticas. “Aquí vienen recicladores, o cualquier persona, nos traen este material y se los cambiamos por alimento; esas botellas nos sirven para colocar las plantas”, detalla el funcionario.
En este proceso intervienen otras dependencias públicas como la Umata, que los apoya en la asistencia técnica, y Emservilla, con la poda y recuperación de los espacios.
Así mismo, las beneficiarias, que en su mayoría son mujeres cabeza de familia que por la pandemia están sin empleo e ingresos, son quienes están pendientes del riego y mantenimiento de la huerta; a cambio de esta labor reciben alimento.
Moya indicó que, gracias al éxito de la pequeña huerta, el alcalde les entregó cinco hectáreas de la Hacienda Novilleros para continuar con esta iniciativa y seguir sembrando alimento, en la que se incluyan, además, a más grupos poblacionales.
Recolección de alimento
Los miércoles y sábados, días después de cada jornada de mercado en Ubaté, los miembros del Banco de Alimentos visitan la plaza de mercado para recoger las frutas y verduras que ya no se venden debido a su aspecto.
“Recogemos ese alimento que está magullado, espichado, fruta que ya nadie compra porque estéticamente pareciera que está dañada, pero que en realidad está buena en más de un 70%”, cuenta Moya.
Esa fruta llega al banco de alimentos, se procesa y convierte en pulpa. Se clasifica, corta y lo que sirve se procesa mediante una despulpadora (que, de acuerdo con Moya, también estaba en desuso y abandonada), se empaca en bolsas de kilo y refrigera para que se conserve por más tiempo.
La parte que no sirve se utiliza como abono para la misma huerta y lo que sobra es recogido por otras personas que le dan el mismo fin. “La idea es que nada se pierda y nada se tenga que botar a la basura”, asegura.
Elaboración de jabón líquido
Al momento de clasificar la fruta, quedan cáscaras de frutas cítricas como la naranja y mandarina. Esa cáscara, y las de otras, es utilizada para elaborar jabones líquidos para manos.
Las cáscaras entran en un proceso de fermentación para aprovechar su compuesto orgánico. “Aprovechamos los ácidos cítricos que tiene la fruta y, sumados a otro tipo de compuestos, elaboramos los jabones. En este proceso nos colabora una ingeniera que hace un trabajo social”, explicó el director de acción social.
Tras varios procesos de ensayo y error, finalmente lograron la fórmula para la elaboración del jabón líquido para manos, del que ya vendieron un primer lote en los más recientes mercados campesinos que se llevaron a cabo en Ubaté. Este jabón ya cuenta con etiqueta y la modelo es una de las mujeres que ayudan en el proceso.
“El producto fue muy exitoso en los mercados campesinos y, como se vendió todo, estamos de nuevo a la espera de otra producción y la compra de los tarros para su empaque”, agrega.
Pulpa de fruta: helados y población vulnerable
La pulpa de fruta refrigerada es utilizada para dos fines: uno es entregarla a población vulnerable, como adultos mayores en hogares geriátricos, y otro es destinarla para la elaboración de helados.
Aquí entra de nuevo Raúl, nuestro adulto mayor en condición de discapacidad que encontró una nueva oportunidad gracias a esta iniciativa.
Moya explica que con la fruta recuperada de la plaza de mercado no solo se benefician los hogares geriátricos, sino que, gracias a que reciben yogurt en donación, la pulpa es utilizada para elaborar helados. “Usamos ese yogurt, lo mezclamos con la pulpa y hacemos helados con trozos de fruta que ponemos a la venta”, explica.
Estos helados son entregados a la población vulnerable, como el caso de Raúl, a quienes uniforman para que sean identificados y ellos salen a venderlos. Ellos obtienen el 100% de las utilidades. La unidad es a 1.000 pesos.
“Estos helados son elaborados aquí en el Banco de Alimentos con todos los protocolos de salubridad y ellos hacen el proceso de comercialización. Las ganancias totales son para ellos, nosotros como administración no recibimos nada”, culmina el funcionario.
El Banco de Alimentos atiende mensualmente a más de 250 mujeres gestantes y lactantes, víctimas de conflicto, deportistas y población vulnerable.
Jorge Suárez Celis
REDACCIÓN LA VILLA