La gallina criolla, con yuca y papa, acompañada con la sopa de mute, esa comida por la que fuese conocido el municipio de Ubaté, aún sigue vigente en la memoria de todo aquel que la probó.
Y es que desde que las ‘Casetas Turistas’ fueron terminadas para dar paso al Parque Ricaurte, esa comida tan apetecida por propios y foráneos, no volvió a ser la protagonista cuando el reloj marcaba la hora del almuerzo. Se sentía en el ambiente un duelo por la perdida, necesario a no, eso es otra discusión.
Lo que si es innegable, es que las arrendatarias, las titulares de las Casetas, dejaron una huella en cada comensal que probó sus platos. Ellas, en medio de la incertidumbre y del shock que les produjo la noticia de la remodelación, no tuvieron tiempo de pensar qué hacer luego de entregar el lugar de trabajo que ocuparon durante más de 40 años.
Hubo toda clase de rumores entorno a su salida. Lo cierto es que luego de pasar algunos días y de pensar con la cabeza fría, algunas arrendatarias decidieron emprender nuevos caminos. Muchas de ellas fueron fieles a sus raíces, a lo que saben, a lo que les gusta. Bueno, quizá no tenían más opción.
Tal es el caso de Mirella Espitia, que trabajó por más de 15 años enfrente de una de esa casetas de comida en compañía de sus dos hermanas: Fabiola y Martha. Ella, quien heredó esa actividad de María Angélica, su mamá, recuerda cómo empezó en ese oficio:

“Mi mamá empezó con su caseta en 1983 y desde ahí arrancamos todas. De manera intermitente íbamos y veníamos y nuestro oficio, en esos días, eran casi lo mimos: lavar trastes, alistar la papa, reunir la leña, en fin, desde niñas aprendimos el habito”, señaló.
En el año 2005, y luego de ayudarle a su mamá, Mirella, y junto con sus hermanas, recibe de manos de doña María Angélica la caseta, quien decide dar un paso al costado ya que se encontraba cansada del oficio que desempeñó durante 23 años.
Desde ahí empezó a trabajar en lo que, hasta ahora, ha sido su vida y que le sirvió para sacar adelante a sus cinco hijos.
Sin embargo, en el mes de enero del 2015 fueron notificadas de la obra de remodelación y, luego de varios sucesos, el 18 de agosto de ese año abandonaron la Plaza Ricaurte.
Restaurante el Viajero
La nueva ‘oficina’ de Mirella, luego de un tiempo de organización, donde se deleita cocinando las recetas aprendidas, es el Restaurante El Viajero, ubicado por la variante de Ubaté, en medio de las glorietas de Lenguazaque y Chiquinquirá, lugar que asumió desde diciembre y que empezó a incluirle el sello que la caracteriza: la gallina criolla, la sopa de mute, sopa de arroz con mondongo, en fin, el sabor tradicional, típico de las cocinas de leña, vuelve a ocupar un espacio en las horas de almuerzo.

Trabaja de 6 de la mañana hasta la 7 de la noche y lo que más le gusta del cambio es que ahora su restaurante cuenta con más espacio, con zonas verdes y zona de juegos para los niños.
De las antiguas ‘Casetas Turísticas’ conserva los mejores recuerdos y espera seguir ofreciendo la sazón por la que fue conocida.
REDACCIÓN LA VILLA