Aprovechando la celebración del mes de la madre, la maternidad es esta edición ocupa una posición muy importante; espero que no sea la única y última oportunidad de escribir acerca de ser madre. Soy Francy, mamá de Salomé, una mujer que en la maternidad ha encontrado el camino de regreso, una madre más que suma su maternidad a esta voz que es cada vez más potente, a este corazón que cada día late más fuerte, a este instinto que no nos deja inconmovibles, a esta gran revolución de lo simple y lo cotidiano: ¡gestar, parir y crear a nuestros hijos con amor y respeto!
La maternidad es un patrimonio infinitamente infravalorado, en nombre de una civilización aparentemente basada en la cultura y en la ciencia; solo se le presta atención en momentos como este, para el consumismo, para el mercado, para la comercialización. Se han equivocado en hacer de la maternidad y del nacimiento materias empresariales, negocios que llenan los bolsillos de muchos que arruinan al resto. A pesar de lo anterior, la maternidad es poder, es vida.
Cada mujer, en cualquier rincón del mundo, independientemente de la clase social y de la cultura a la cual pertenece, tiene el poder de crear, alimentar, orientar y acompañar una nueva vida. Una madre es apertura, instinto, calidez, alimento, afecto, disponibilidad, espacio, contención, flexibilidad, un refugio seguro, una base estable desde la que se puede experimentar incluso aún antes de nacer, ya en el útero, el cariño y la relación con los demás.
La maternidad es la confianza de los propios sentimientos, el escucharse a una misma, es sensibilidad, libertad de movimiento, regresión para sintonizarse mejor consigo misma y con el bebé, para después abrirse juntos al mundo y a la vida¡Qué responsabilidad tenemos todas las madres! ¡Y qué poder…!
Si tenemos la responsabilidad de revelarnos e incitar a nuestros hijos e hijas a ser desobedientes ante el lema “sálvese quien pueda”, ante la injusticia, la guerra, la individualidad del otro, la eliminación de lo distinto, la negación de lo diferente y la explotación a ultranza de la naturaleza.
Tenemos el poder de acompañar a nuestros hijos e manera voluntaria y feliz, de respetarlos, de bríndales amor del bueno, del que no es egoísta, del que copera, del que comunica, del que respeta, pero ante todo amor soñador, esperanzador, amor en libertad, amor que tiene la capacidad de construir con otros otro mundo, basado en la premisa de M.Gandhi: “No hay camino a la paz, la paz es el camino”.
Algunos podrían decir que la maternidad es “sacrificio”, ´para mí es auténtico privilegio. Trabajemos y comprometámonos entonces en hacer que en todos los rincones de la Tierra se respeten el poder y el valor de la maternidad; de ello depende el futuro de toda la humanidad.
Gracias Madre por darme la vida, gracias hija por enseñarme, con tu sabiduría infinita, a ser Madre, a vivir una maternidad placentera y a hacerme nacer de nuevo en tus brazos.
Francy Rocío Moncada
Comunicadora Social y Periodista
Especialista en Comunicación Educativa
Madre de Salomé